viernes, 29 de abril de 2016

¿Por qué atrae el ateísmo?



Siempre ha habido ateos, así como siempre ha habido creyentes. En ambos bandos los hay de todos los tipos imaginables y posibles. Por ejemplo entre los creyentes los hay que son verdaderos creyentes, lo que se llama comúnmente 'practicantes', los otros ni siquiera deberían contarse entre los creyentes, están dormidos. Y entre los creyentes practicantes los hay que son tales por tradición familiar, casi que por costumbre; mientras que otros lo son por una convicción consciente y personal. Y aún entre estos últimos unos son creyentes por una fe que no requiere ni busca razones, mientras que otros han consolidado su fe a la luz de estudios serios sobre las bases filosóficas y teológicas de la misma. Hay de todo.

Asimismo entre los ateos hay de todo. Pero fundamentalmente se habla de dos tipos de ateos o de ateísmo que engloban a los demás: el ateísmo práctico y el teórico. De esto ya hemos hablado en este blog anteriormente. Baste recordar que el ateo teórico es el que trata de buscar en la ciencia o en la filosofía moderna razones que fundamenten su ateísmo, es decir, busca razones para probar que Dios no existe. Mientras que el ateo práctico no se preocupa por buscar razones, se limita a vivir su vida dando por hecho que Dios no existe, y punto.

Lo que nos preguntamos hoy es ¿Por qué atrae el ateísmo?, o dicho de otra manera ¿qué convierte a alguien en ateo?

Bueno, las razones son muchas, enumeremos tan solo algunas:

1) Malos ejemplos observados en el clero o en los católicos
2) Influencia negativa de profesores universitarios
3) Deseo vano de ser "moderno" y "progresista"
4) Vida hedonista alejada de toda norma

Veamos...

1) Es indudable que muchos abandonan la Iglesia e incluso la fe a causa de los malos ejemplos del clero y de los fieles. Es algo grave y lamentable. Hoy los medios de comunicación se encarnizan de forma morbosa con casos de pederastia entre algunos miembros del clero y tienden incluso a presentar tal fenómeno como algo casi que normal dentro de los hombres de iglesia. Son casos profundamente lamentables y que no debieran ocurrir; Sin embargo, hay que tener en cuenta que en su gran mayoría, por no decir todos, se trata de hombres SIN verdadera vocación, que han engañado a las autoridades de sus respectivos seminarios manteniendo bien ocultas y disimuladas sus intenciones, hasta llegar al sacerdocio el cual utilizan para sus costumbres depravadas y criminales. Sin contar con el hecho de que más que de clero depravado habría que hablar de homosexuales pederastas que logran infiltrarse en el clero para hacer de las suyas. El daño que causan es enorme a causa de la repercusión que estos casos reciben en los medios masivos de comunicación.

Casos de este tipo entre el clero, sumados a la vida de incoherencia que llevan innumerables católicos en sus familias, hacen que la decisión por el ateísmo atraiga a muchos, pues razonan de la siguiente forma: ¿qué puede ofrecerme a mí un Dios cuyos seguidores y representantes viven como viven, siendo incluso muchos de ellos del grupo de los peores miembros de la sociedad? y concluyen que no necesitan esa "religión".

Estos han decidido mirar solo una parte del cuadro, y no la más grande ni la más hermosa. Han olvidado, por ejemplo, dar una mirada a la vida de los santos, que son en últimas los verdaderos representantes del catolicismo. De haberlo hecho quizá habrían comprendido que en el catolicismo no solo hay la cara fea de sus peores miembros, sino también la cara hermosa de su élite: los innumerables santos y santas que por siglos han dado al mundo ejemplos admirables de virtud y sacrificio. 

2) Todos los que hemos tenido ocasión de recibir educación universitaria conocemos esa clase de profesores que aprovechan su cátedra para lanzar desde ella, adornados con una autoridad que personalmente no poseen, ataques, burlas e incluso insultos contra la Iglesia y contra los creyentes. Los acusan de retrógrados, de ir contra la "ciencia", de enemigos del "progreso", de "fanatismo", "intolerancia", y un largo etc. Y todo ello lo hacen amparados en su título profesional y en su cargo de docentes universitarios, como si ello fuera el 'non plus ultra' de la sabiduría suprema. 

El daño que éstos hacen entre las inteligencias inexpertas e inmaduras de los universitarios es grande, arrastran a muchos tras de su pretendida autoridad "científica" y los conducen directamente hacia el ateísmo, incluso hacia el ateísmo militante, ese que agrede, combate e insulta al creyente y a la fe.

En este punto valdría la pena permanecer al tanto de unos debates interesantísimos que se están dando actualmente sobre todo en Estados Unidos. Se trata de debates en los cuales los dos bandos tienen semejanzas y también una profunda diferencia. Lo que los diferencia es que los unos son ateos y los otros creyentes. Lo que los asemeja es que en ambos bandos abundan los hombres de ciencia y los filósofos. Es decir, hay hombres de ciencia y filósofos de gran renombre en ambos bandos. La producción literaria es enorme: libros, artículos, debates (algunos de ellos televisados). Donde los creyentes, dueños también de títulos y cátedras en las más prestigiosas universidades norteamericanas exponen con sobra de argumentos que NADA EN LA CIENCIA ACTUAL PERMITE CONCLUIR LA INEXISTENCIA DE DIOS, y que por el contrario LOS HALLAZGOS MÁS RECIENTES DE DIVERSOS CAMPOS DE LA ACTIVIDAD CIENTÍFICA APUNTAN NECESARIAMENTE A LA EXISTENCIA DE UN SER SUPREMO CREADOR DE TODO.

Al lector interesado le recomendamos seguir la obra del filósofo católico Edward Feser, para mantenerse al tanto de todo esto. Éste es su blog de Internet: 

http://edwardfeser.blogspot.com.co/


Dejamos los puntos 3 y 4 para la siguiente publicación a fin de no hacer excesivamente largos estos artículos.



Leonardo Rodríguez 


viernes, 22 de abril de 2016

La esencial malicia de los sistemas democráticos


Imagenes para representar la democracia (1)

Normalmente se nos suele decir que el sistema democrático es el mejor sistema político posible, porque solo él garantiza la "participación del pueblo en el poder"; y es que efectivamente la palabra democracia significa eso, gobierno del pueblo. Se nos vende entonces la idea de que ninguna sociedad desarrollada y moderna puede vivir con otro sistema político que no sea el democrático, tal cual se entiende y se aplica en la actualidad.

No vamos a entrar aquí en la discusión a fondo de esas afirmaciones. Nos limitaremos más bien a poner de relieve una idea central de la democracia que a veces, o casi siempre, pasa desapercibida para el gran público, y es una idea que pone a la democracia moderna en contradicción directa con la doctrina católica.

¿Cuál es esa idea central que queremos poner de relieve? la idea según la cual en la democracia las leyes SON EXPRESIÓN DE LA VOLUNTAD GENERAL. De tal forma que nada es ley si no es expresión de la AUTÓNOMA DETERMINACIÓN DEL PUEBLO, de manera directa o de manera indirecta a través de sus "representantes" elegidos por voto.

Pues bien, resulta que este principio esencial de la democracia (por lo menos en teoría, pues en la práctica los grupos dominantes hacen leyes de espaldas a los intereses de los ciudadanos), ES RADICALMENTE OPUESTO a la doctrina católica, y por tanto TOTALMENTE INACEPTABLE para el católico.

¿Por qué?

Porque el católico cree que las leyes que el hombre hace DEBEN estar siempre en dependencia de la ley de Dios, y NINGUNA ley es legítima si se opone, contradice, niega, ignora o vulnera la ley de Dios, expresada en fuentes como el decálogo o la ley natural.

Lo anterior quiere decir que una de las ideas esenciales de la democracia actual ES UNA IDEA ANTI-CATÓLICA y por tanto INACEPTABLE para el católico.

Las consecuencias de dicho principio son evidentes: decenas de leyes aprobadas en todo el mundo que contradicen, niegan e ignoran la ley de Dios, aborto, eutanasia, divorcio, uniones homosexuales, adopciones por parte de homosexuales y un largo etc. Y dichas leyes se justifican o se imponen con el mero argumento de haber sido aprobadas por los "representantes" del pueblo. Poco o nada importa que sean contrarias a la ley de Dios, pues en democracia la ley que rige no es la ley humana subordinada a la ley divina, sino aquella que es mero producto de la voluntad humana, del querer del hombre.

De hecho muchos autores se han referido a la democracia como un sistema político plagado de gnosticismo, es decir de aquella antigua doctrina que ve al hombre como un ser divino. Y si el hombre es en el fondo un dios, entonces lo más normal es que las leyes que su voluntad establezca deban ser absolutas e ilimitadas.

Desde cuando en el siglo posterior a la revolución francesa el sistema democrático moderno se fue imponiendo poco a poco en la otrora cristiandad, no faltaron nunca pensadores católicos que con gran agudeza señalaban esa malicia esencia de la democracia y resaltaban esa profunda y radical oposición entre el principio democrático y el principio católico. Incluso los papas de aquellos años se pronunciaron con su suprema autoridad sobre estos temas.

Pero hoy dichas voces han caído en el olvido y presenciamos ante nosotros el espectáculo de un mundo contruido de espaldas a Dios. 

¿Colaborar con el sistema democrático? ¿salir a votar? ¿formar partidos? dejo a mentes más autorizadas dar respuesta a esas delicadas preguntas.


Leonardo Rodríguez



martes, 19 de abril de 2016

Desprecio por la apologética



Una de las características compartidas por muchos grupos "católicos" actuales es el desprecio por la labor apologética.

La apologética es el estudio de la argumentación necesaria para la defensa de la fe católica, frente a los errores de las sectas protestantes, los materialistas, ateos, etc. Y hasta hace poco formaba parte del conjunto de materias que aprendían los seminaristas en su seminario y también los fieles en las parroquias, mediante cursos impartidos ya fuera por los mismos sacerdotes versados en ella o por otros fieles con la idoneidad suficiente. Manuales habían muchos y muy buenos, y en ellos estaba expuesta la apologética con gran riqueza de razonamiento y referencias históricas y bibliográficas suficientes para equipar al interesado con un arsenal probatorio capaz de persuadir de error a los que permanecían en él por ignorancia (pues a los que están en el error por malicia la apologética los deja tal cual).

El estudio de la apologética estaba dividido en varias partes. En primer lugar se realizaba un estudio de nociones elementales de lógica y argumentación racional, indispensable para preparar al estudiante en los requerimientos esenciales del debate y la defensa argumentada de las ideas. En seguida el estudio iniciaba con un capítulo dedicado a probar la religiosidad del ser humano, mediante argumentos preferentemente históricos y psicológicos. Probada la religiosidad del hombre se pasaba a estudiar el cristianismo en cuanto religión revelada, recurriendo a la historia y a la sobrenaturalidad de las profecías y los milagros. Con el edificio de la religiosidad y la revelación cristiana bien cimentado, venía enseguida el estudio de la Iglesia Católica como única religión verdadera, única depositaria de la revelación cristiana. En este punto de nuevo los testimonios históricos jugaban un rol determinante, así como el análisis minucioso de las notas de la Iglesia: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad. 

Además de lo anterior, la apologética comprendía el estudio de algunos temas preliminares, que eran como los supuestos sin los cuales el resto de temas no tenían mayor sentido. Estos temas preliminares eran: existencia de Dios y existencia, espiritualidad e inmortalidad del alma humana.

Todo este gran conjunto de temas formaban lo que se llamaba apologética, y con su estudio el fiel o el sacerdote estaban en condición de afrontar todas las dudas, ataques, objeciones, preguntas, etc., que se pudieran presentar contra la fe católica por parte de sus enemigos o por parte de personas bienintencionadas pero ignorantes de la verdad.

Pues bien, es todo esto lo que ha caído en el desprecio actual de fieles y sacerdotes. YA NO SE ESTUDIA APOLOGÉTICA EN NINGUNA PARTE, ha desaparecido de la lista de intereses de los sacerdotes y ni qué decir de los fieles, los cuales en casi todos los casos ya ni siquiera saben que alguna vez existió tal cosa como la apologética.

A mi modo de ver las razones son dos:

1) El ecumenismo desmadrado del postconcilio
y
2) El sentimentalismo ANTIDOGMÁTICO que se ha apoderado de la feligresía actual.

Por culpa de un desastroso ecumenismo, el clero ha abandonado esa bella labor del apologista, pues se ha difundido la idea de que en el fondo todas las religiones y posturas tienen igual valor y por tanto carece de sentido todo esfuerzo por convertir, convencer o debatir sobre la verdad o el error. El ecumenismo es sin duda la muerte de la apologética así como de toda actividad propiamente misionera.

Pero también se ha difundido un sentimentalismo burdo entre la feligresía, y en el afán de "fijarnos más en lo que nos une que en lo que nos separa", "levantar puentes y no murallas", "dar testimonio de amor y no de división", etc., el fiel católico actual ha venido a convertirse en una especie de filántropo universal abierto a todos los vientos del mundo, acogedor de todos los errores y enemigo acérrimo de toda postura "dogmática" y "cerrada". 

¿Qué hacer? ¡estudiar apologética!, por supuesto. El mayor bien que se puede hacer a alguien es sacarlo del error, máxime cuando de dicho error depende su suerte eterna. De nada servirá a mi prójimo un plato de comida que calme su hambre corporal, si al mismo tiempo no sacio en primer lugar su hambre espiritual, pues del hambre espiritual viene la muerte espiritual, que es eterna. 

Ojalá se retomaran en las parroquias los cursitos de apologética, hoy que tanto abundan sectas y ataques de materialistas de todo tipo, se haría mucho bien. Pero el ecumenismo y el sentimentalismo han hecho mucho daño y lo seguirán haciendo. Mientras tanto las almas languidecen lejos de la verdad, quizá los estómagos están llenos, pero el espíritu ciertamente muere de sed.


Leonardo Rodríguez.