domingo, 6 de octubre de 2013

Acerca de la utilidad de la disertación escolástica




Tongiorgi:


 "Créeme: muchos, que juzgan verbalmente y por escrito y con obras voluminosas que ellos han defendido alguna opinión o que han refutado a algún adversario, si pudiesen ser obligados a redactar en forma silogística todo lo que ha sido materia de sus disputaciones, al instante se darían cuenta que ellos tal vez han declamado elocuentemente, han escrito con erudición, han presentado descripciones elegantes, pero que al mismo  tiempo se han apartado del fin propuesto, no han demostrado absolutamente nada, no han refutado nada; más aún, tal vez ni siquiera se han dado cuenta con claridad qué es lo que había que demostrar o qué es o lo que tenían que refutar. Créeme de nuevo: si este modo de disertar se empleara en líneas generales en los temas principalmente más sutiles y complejos, o en aquellos que excitan  las chispas de las ambiciones humanas, muchas cuestiones, que se debaten por una y por otra parte, no se debatirían; muchas otras cuestiones se resolverían sin ninguna dificultad, y muchas otras, que se tienen como resueltas, se vería que no están resueltas, y que, más aún, son insolubles; muchos errores apenas surgidos, hubieran desaparecido; la presuntuosidad, los altercados, las iras de los rivales en la discusión apenas tendrían lugar".

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