lunes, 29 de octubre de 2012

Antonio Gramsci y su influencia en la revolución cultural de nuestro tiempo


 


LA DEGRADACIÓN DE LA CULTURA Y LOS VALORES EN NUESTRO TIEMPO

 La degradación de la cultura y los valores en nuestro tiempo, en la búsqueda de un Pensamiento Único y un Nuevo Orden Mundial forma parte de una inteligente estrategia diseñada por Antonio Gramsci (1891-1937).

1.- ¿QUIEN FUE ANTONIO GRAMSCI? 

Fue un pensador y político italiano, uno de los fundadores del Partido Comunista italiano. Nació en Cerdeña el año 1891 de familia muy humilde. Estudiante universitario en Turín de 1911 a 1914. Abandonó por problemas de salud. En 1919, junto con Palmiro Togliatti, fundó el diario ORDINE NUOVO, que luego fue órgano del partido comunista italiano fundado por él en 1921. 1921-1924: trabajó en Moscú y Viena para la II Internacional Socialista 1925: Regresado a Roma enfrenta a la dictadura de Benito Mussolini. Fue arrestado en 1926 y encarcelado en 1928. 1928-1937: Desde la cárcel difundió sus ideas revolucionarias a través de cuadernos manuscritos que solo después de su muerte se dieron a conocer con el nombre de Cuadernos de la Prisión (1948 y 1951) El 27 de abril de 1937 murió en el hospital de la cárcel en Roma.

2.-LA ESTRATEGIA GRAMSCIANA

Gramsci sostenía que ninguna ideología podía imponerse por la fuerza. Toda revolución violenta genera, como inmediata respuesta, una contrarrevolución que debilita y hasta puede superar la fuerza de la primera. Todo cambio exige una mentalización previa que abone la tierra donde el cambio debe florecer. El ideario marxista no escapaba a esa regla. Por ello diseñó su estrategia del siguiente modo: Para imponer un cambio ideológico era necesario comenzar por lograr la modificación del modo de pensar de la sociedad civil (“pueblo o habitantes de un determinado país) a través de pequeños cambios realizados en el tiempo en el campo de la cultura. Había que construir un NUEVO PENSAMIENTO. Crear lo que él llamaba el SENTIDO COMÚN de la gente, entendido como el modo común de pensar de la gente que históricamente prevalece entre los miembros de la sociedad. Había que lograr que la sociedad civil alcanzara un nuevo modo de “ver la vida y sus valores”. Para Gramsci, esto era más importante, y prioritario, que alcanzar el dominio de la sociedad política. (conjunto de organismos que ejercen el poder desde los campos jurídico, político y militar). Para lograr que la sociedad civil (el pueblo soberano, la opinión pública) llegara a tener un modo común de sentir y pensar (sentido común), era necesario ADUEÑARSE de los ORGANISMOS E INSTITUCIONES en donde se desarrollan los valores y parámetros culturales: MEDIOS DE COMUNICACIÓN, UNIVERSIDAD, ESCUELA Y LAS ARTES. Hacia allí había que apuntar. Con paciencia, con el paso del tiempo, educando a las nuevas generaciones desde su niñez. (Ej.: La CHINA de Mao; la CUBA de Fidel Castro). Después de cumplido este proceso a lo largo de los años, la consecución del PODER POLÍTICO caería por su propio peso, sin revoluciones armadas, sin resistencias ni contrarrevoluciones, sin necesidad de imponer el NUEVO ORDEN por la fuerza, ya que el mismo tendría consenso general.

3.- OBSTÁCULOS A SUPERAR PARA EL ÉXITO DEL PROCESO GRAMSCIANO. 

El mismo Gramsci señaló que, para que el proceso fuera exitoso, habría que sortear 2 obstáculos: LA IGLESIA CATÓLICA Y LA FAMILIA. 3.1. ¿POR QUÉ LA IGLESIA CATÓLICA? Porque Gramsci pensaba que la razón de la permanencia de la Iglesia a través de los siglos se apoyaba en los tres puntales siguientes: a) La profesión de una fe firme e inquebrantable, sin concesiones, y la constante repetición de los mismos contenidos doctrinales. De este modo pudo lograr un fuerte sentido común (modo de pensar) en el pueblo a través de los siglos. b) Haber logrado amalgamar en su seno tanto al pueblo analfabeto, a la clase media y a la elite intelectual propia. En efecto, ninguna filosofía inmanentista, incluyendo el marxismo, había acertado a unir en un mismo sentido común o creencia, a los intelectuales y al pueblo, a los doctrinarios y los practicantes, a los expertos y los neófitos (o “iniciados”). Gramsci, en eso, envidiaba a la Iglesia. c) Por último, mientras el marxismo exigía al hombre luchar para el logro de una sociedad sin clases en el aquí y ahora, porque con la muerte terminaba todo, la Iglesia había logrado convencer al hombre hacia la trascendencia, al más allá, y con ello no solamente había dado un respuesta al sentido de la vida sino también al sentido de la muerte. 3.2. ¿POR QUÉ LA FAMILIA? Está claro que si la estrategia consistía en la formación de un modo de pensar a través de la educación en los nuevos valores revolucionarios, la familia, primera educadora del hombre desde su nacimiento y durantes los primeros y cruciales 5 años de vida, era un estorbo intolerable.

4.- ESTRATEGIA PARA SUPERAR ESTOS OBSTÁCULOS SEGÚN GRAMSCI. 

4.1. DESPRESTIGIAR A LA IGLESIA, en lo posible con la descalificación de su doctrina (“la religión es el opio de los pueblos”) y de sus miembros jerárquicos (clero y vida consagrada). 4.2. DESTRUIR A LA FAMILIA, presentándola como una institución del pasado, ya superada, incapaz de educar. Retirando a los niños desde su más temprana edad de la influencia de sus padres, mediante la educación masiva en la “nueva cultura”. (Experiencia de las granjas colectivas o educación a distancia.). O interviniendo en la educación de los aspectos fundamentales de su vida, desde la escuela y sin la participación de los padres. Procurando que, por ausencias de los padres ante compromisos laborales ineludibles, los niños queden bajo la influencia de la educación de los contravalores a través de la televisión.

5. ALGUNAS CONSECUENCIAS SOCIOCULTURALES DE LA VIGENCIA FÁCTICA DEL GRAMSCISMO.

 No podemos dejar de reconocer “que muchos de los afanes y previsiones de este político y filósofo sardo, se han ido materializando en forma tal, que hoy son elementos que forman parte ya de la atmósfera común que respiramos. Hay una inocultable hegemonía secularista que satura la mentalidad de grandes segmentos de la sociedad actual -más allá de matices y variantes por países, regiones y ciudades- y va posibilitando, de día en día, que lo que antes era visto como inaceptable, negativo o incluso aberrante, se mire como "normal", positivo y hasta encomiable, en más de una ocasión. Veamos algunos ejemplos fácilmente constatables: Gramsci postulaba que de la única realidad que se puede (y se debe) hablar, es la de "aquí abajo" (cierre inmanentista total), que los escritores y los pensadores secularistas debían hegemonizar los medios masivos de comunicación (basta encender el televisor, escuchar ciertos programas de radio o asomarse a cualquier kiosco), que había que acabar con el prestigio de autores, instituciones, medios de comunicación o editoriales fieles a los valores de la tradición y por ende, opuestos a los designios de secularistas, laicistas y "modernizantes". Incluso previó Gramsci la defección de numerosos "católicos" que, deslumbrados por la utopía secularista, habrían de aceptar las diversas formas de "compromiso histórico". El agudo intelectual italiano sabía bien que, se obtenían mayores ganancias por estas vías graduales, de lenta pero sostenida transformación de la mentalidad que por la vía de una persecución abierta. Toda una hábil guerra de posición estratégicamente concebida y ejecutada. Y muy mal entendida y enfrentada por quienes estarían obligados a hacerlo. Parecería que vivimos en un mundo diseñado por (y a la medida de) Gramsci: se han invertido las valoraciones morales y políticas, se busca desjerarquizar todo lo valioso, se exalta todo lo que sea o implique "horizontalismo", se "deconstruye" el sano pensamiento filosófico y teológico, de forma tal que queda "pulverizado" en una multitud de nuevas ideologías y "filosofías" cuyo sólo empeño es "desmitificar", "secularizar", "desacralizar". Seguramente se complacería -y mucho- Antonio Gramsci al ver en pleno proceso de realización (actualización, diría Gentile) algo que alguna vez "profetizó": el fin de la religión tendría que ocurrir por "suicidio", al diluirse los límites de la Cristiandad con respecto al mundo moderno. Mientras unos sueñan con que lo que está acaeciendo es una "cristianización del mundo", lo que en realidad se está dando es justamente lo contrario: segmentos considerables de "cristianos" se mundanizan, adoptando los parámetros y criterios propios de una mentalidad totalmente inserta en una cosmovisión intramundana y secularista. Aunque no siempre se niega explícitamente, viven como si el mundo trascendente no existiera, como si todo empezara y terminara "aquí abajo". El programa era (y es) bien claro: "lograr el desprestigio de la clase hegemónica, de la Iglesia, del ejército, de los intelectuales, de los profesores, etc. Habrá incluso que… enarbolar las banderas de las libertades burguesas, de la democracia, como brechas para penetrar en la sociedad civil. Habrá que presentarse maquiavélicamente como defensor de esas libertades democráticas, pero sabiendo muy bien que se las considera tan solo como un instrumento para la marxistización general del sentido común del pueblo" [8]. Otro lamentable hecho fácilmente constatable en diversos ambientes culturales de Occidente, sobre todo del latino y latinoamericano, es lo que se ha dado en llamar la "traición de los intelectuales". Esto se ha ido logrando por diferentes vías, ya sea mediante favores, concesión de prebendas, canonjías y halagos de todo tipo, o bien, mediante la táctica opuesta, que es la seguida con los intelectuales y profesores que no se doblegan ante estas formas de cooptación; para ellos están la presión, el chantaje, la amenaza y el boicot cuando no de plano, el desprestigio, la calumnia y la difamación. Y es que en la estrategia gramscista el quebrantar de un modo u otro al intelectual opositor es fundamental: oigamos de nuevo al Padre Sáenz: "Gramsci considera que se ha ganado una gran batalla cuando se logra la defección de un intelectual, cuando se conquista a un teólogo traidor, un militar traidor, un profesor traidor, traidor a su cosmovisión . . . No será necesario que estos "convertidos" se declaren marxistas; lo importante es que ya no son enemigos, son potables" para la nueva cosmovisión. De ahí la importancia de ganarse a los intelectuales tradicionales, a los que, aparentemente colocados por encima de la política, influyen decisivamente en la propagación de las ideas, ya que cada intelectual (profesor, periodista o sacerdote) arrastra tras de sí a un número considerable de prosélitos" [9]. El que en la mentalidad predominante de nuestros días prevalezca a nivel popular el "da igual cualquier religión", "todo es según como tú lo veas", "haz lo que quieras con tal de que seas auténtico", "ahora ya todo está permitido", y a nivel filosófico el "no hay naturaleza (humana) sino historia", "yo me doy mi propia esencia", "no hay ser, sino tan sólo devenir, o incluso, devenires", "no hay verdad, todo se reduce a multiplicidad(es)", "no hay escritor, sólo texto", "no hay sujeto, sino estructuras epistémicas", y otras sandeces y disparates por el estilo (el catálogo es inagotable), quiere decir que un gramscismo camuflado, en invisible alianza (deliberada o no) con el movimiento New Age y otras inefables adherencias, se sigue imponiendo en toda la línea, más allá de las cada vez más escasas menciones públicas de este autor, tanto por parte de quienes lo apoyan como por parte de sus detractores. “ Como hemos visto, el gramscismo representa el más agresivo, cáustico y disolvente ataque contra toda forma de religión trascendente, y en particular contra el catolicismo. Mucha de la descristianización actual obedece en buena parte a la acción destructiva y semioculta de los "intelectuales orgánicos" a la Gramsci, estratégicamente situados, cuya acción toda se encuentra encaminada a la "mutación del sentido común" teísta y cristiano a fin de que devenga su opuesto. Ello implica su proyecto de "descomposición interna del catolicismo", de "hacer saltar la Iglesia desde dentro" y de liquidar totalmente el "antiguo concepto del mundo" insito en la cultura cristiano-católica. Finalmente, hay que señalar que pocas cosas contribuyen tanto al avance del secularismo como la defección de teólogos, profesores, pensadores, periodistas o escritores. Por lo cual habrá que pensar en congruencia con los principios que se dice profesar pero, no menos importante, también habrá que llevar una vida coherente que no desvincule e incomunique las distintas dimensiones de la vida humana. "Quien no vive como piensa, acabará pensando como vive".

jueves, 18 de octubre de 2012

¡Gran libro, gran tesoro!: "La verdad fundamental de la filosofía cristiana"

Hoy quisiera poner a vuestra disposición un verdadero tesoro del pensamiento cristiano, se trata del libro "De veritate fundamentali philosophiae christianae", escrito por el dominico Norberto del Prado. El libro está escrito en latín, por lo que espero que, para aquellos que no dominan tal idioma, sea un aliciente perfecto para emprender la tarea de conocer la lengua de Cicerón. En latín están escritas unas joyas del pensamiento filosófico y teológico católico, y quien tiene el privilegio de acceder a ellas, está accediendo a una fuente de luz que lo acompañará todos los días de su vida. De paso aprovecho para agradecer al Padre Jesús Mestre, quien me hizo el insigne beneficio de darme a conocer el latín.



(clic en la imagen para descargar)

El libro, como su nombre lo indica, se ocupa de estudiar desde diversos ángulos, la que es la verdad central de la filosofía cristiana, a saber, que solo en Dios la esencia y el "esse" se identifican. Con tal tesis como hilo conductor, el Padre Del prado nos lleva a través de la metafísica tomista con mano maestra. Es un libro de lectura obligada para quienes se ocupan del pensamiento cristiano.


martes, 16 de octubre de 2012

La libertad Religiosa





Juan Manuel de Prada, periodista español, resume muy bien en éste breve pero consistente artículo, el problema de la llamada “libertad religiosa” desde el punto de vista del sentido común.


Para condenar los actos de hostilidad contra la fe católica suele aducirse ingenuamente que constituyen «atentados contra la libertad religiosa»; cuando en realidad son la consecuencia natural de la «libertad religiosa», tal como se configura en las declaraciones de derechos humanos. La propia Iglesia adoptó el lenguaje propio de tales declaraciones cuando consagró que la libertad religiosa es «inherente a la dignidad de la persona»; expresión barullera que nace de la confusión entre libre albedrío y libertad de acción.

La «dignidad inherente a la persona» radica en su libre albedrío; pero en modo alguno en su libertad de acción, salvo que tal libertad la conduzca a adherirse a la verdad y al bien. La «libertad religiosa» es libertad de acción que puede conducir a la persona a adherirse a cualquier secta destructiva o idolillo grotesco; esto es, empujarla a la indignidad más sórdida e infrahumana. Como afirmaba León XIII en su encíclica Inmortale Dei: «La libertad, como facultad que perfecciona al hombre, debe aplicarse exclusivamente a la verdad y al bien. Ahora bien: la esencia de la verdad y del bien no puede cambiar a capricho del hombre, sino que es siempre la misma y no es menos inmutable que la misma naturaleza de las cosas.

Si la inteligencia se adhiere a opiniones falsas, si la voluntad elige el mal y se abraza a él, ni la inteligencia ni la voluntad alcanzan su perfección; por el contrario, abdican de su dignidad natural y quedan corrompidas. Por consiguiente, no es lícito publicar y exponer a la vista de los hombres lo que es contrario a la virtud y a la verdad, y es mucho menos lícito favorecer y amparar esas publicaciones y exposiciones con la tutela de las leyes».

La «libertad religiosa» consagra exactamente lo contrario: esto es, concede la tutela de las leyes a todo tipo de creencias, sean buenas, malas o mediopensionistas, de tal modo que todas valgan lo mismo; o sea, nada. Y allá donde todas las religiones toleradas valen nada, es natural que el orden temporal quiera erigirse a sí mismo en religión única, usurpando los atributos divinos y exigiendo adoración.

Esto es lo que se oculta bajo la afirmación de «libertad religiosa» contenida en las declaraciones de derechos humanos: puesto que todas las religiones valen un ardite, la única religión valiosa es la que se postula en tales declaraciones; y toda religión que ose contrariar su designio se convertirá ipso facto en una religión contraria a la «dignidad humana». Esto es lo que está sucediendo hoy con la religión católica.

Las declaraciones de derechos humanos nacieron emboscadas detrás de una vaga ética cristiana que las hacía aparentemente compatibles con la doctrina de la Iglesia. Pero aquella «compatibilidad» era una añagaza; desde que tales declaraciones fueran formuladas hasta hoy, los derechos humanos han sido mil veces redefinidos y reinterpretados, como inevitablemente ocurre cuando se afirma que la verdad y el bien pueden cambiar a capricho.

Frente a esta visión de los derechos humanos como inatacable religión de conveniencia en constante metamorfosis se alza la vieja religión católica, o sus escombros; y la «libertad religiosa» se revuelve contra ella, por considerarla —¡con razón!— un obstáculo en su hegemonía. Los actos de denigración y hostilidad contra la fe católica no harán sino crecer en el futuro, en volandas de la «libertad religiosa», como ocurre siempre que la inteligencia se adhiere a opiniones falsas, como ocurre siempre que la voluntad elige el mal y se abraza a él.

Juan Manuel de Prada, 17 de Abril del 2011, Informe21.com.

(tomado de http://apokalypsisdeluis.blogspot.com/ )

sábado, 13 de octubre de 2012

¿Resurrección de Moloch en pleno Siglo XXI?


AYER MOLOCH, HOY ABORTO
 

Moloch era el dios de los antiguos cananitas o fenicios. Lo consideraban el símbolo del fuego purificante, el que, a su vez, simbolizaba al espíritu. Creían que, como resultado de una catástrofe ocurrida en el comienzo del tiempo, ese espíritu se había transformado a sí mismo en obscuridad al convertirse en materia.
 
Según las creencias fenicias -de acuerdo con la herejía gnóstica- el hombre era la encarnación de tal tragedia ontogénica y para redimirse de ese pecado era necesario ofrecer sacrificios a Moloch inmolando bebés, por ser considerados los más impregnados de materia.

Lanzar recién nacidos al fuego constituía el más agradable sacrificio que podía ofrecerse a esa implacable divinidad, representada por una gigantesca estatua de bronce que encerraba un horno en su cavernoso cuerpo. 

Las madres arrojaban a sus propios hijitos vivos en el incandescente vientre de Moloch, el que esperándolos de brazos abiertos, devoraba por el fuego a sus pobres y pequeñas víctimas. Y para atenuar la repulsión causada entre los que asistían a tales escenas, los inicuos sacerdotes de Moloch tomaban el cuidado de hacer tocar trompetas y rufar tambores para sofocar la infernal melodía de los gritos de los inocentes. (1)
 
Así, sin pena ni piedad, en aquellos tiempos los fenicios inmolaban millares de criaturas... ¿Sólo en aquellos tiempos? ¿Sólo los fenicios?
* * *
 
El aborto, en efecto, era una costumbre generalizada en el mundo pagano. Pero Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz, al redimir al género humano, destruyo esa monstruosidad en las naciones cristianas, bajo el benéfico influjo de la Iglesia.
 
Fueron necesarios muchos siglos de decadencia para que los hombres osaran volver a "endiosar" la práctica criminal del aborto al despenalizarlo o autorizarlo por los más diversos motivos.
 
Por primera vez, recién en 1920, el aborto fue legalizado en la Unión Soviética por el socialismo marxista, bajo la dictadura de Lenin. En la década del 40 y del 50 le siguieron Japón, Canadá, Suecia y varios países de Europa oriental dominados por los comunistas. Y en los años 60 y 70, en plena "revolución sexual", tanto en los EE.UU. como en la mayoría de los países de Europa occidental, fueron abiertas las puertas al aborto legal o al menos a su despenalización.
 
De este modo, en los umbrales del siglo XXI, cuando tanto se proclaman los “derechos humanos”, el lugar de los sacerdotes fenicios lo ocupan médicos sin escrúpulos. Pero tragedia aún mayor –para cuya descripción el lenguaje humano tiene dificultad de encontrar las palabras exactas- el vientre de Moloch ha sido reemplazado por el propio seno materno...

Quién hubiera de decir que, en nuestros aciagos días, el lugar de mayor riesgo para la vida de un niño es ¡el vientre de su madre!, el lugar por naturaleza más resguardado, más acogedor. 
 
¿Puede haber una mayor y más monstruosa inversión de valores?
"The womb has become a tomb"…(el seno materno se transformó en una tumba).
* * *
 
¿A qué divinidad se inmolan hoy las millones de víctimas inocentes? 
 
Varían de acuerdo a un politeísmo macabro.
 
Cuando se trata de rendir culto al 'placer sexual', sin respetar las finalidades y consecuencias establecidas por la propia naturaleza, ese dios se llama Eros y la religión toma el nombre de Erotismo.
 
Cuando se trata de evitar 'estorbos', en una frenética búsqueda de conveniencias personales, ese ídolo se llama Ego y la religión tiene el nombre de Egoísmo.
 
Sobre todo esto, se yergue el Leviatán, es decir, los Estados hipócritas y las organizaciones internacionales, cuyos voceros tanto hablan de derechos humanos pero que son cómplices de una injusticia clamorosa: el exterminio del más indefenso de los seres, el no nacido. Y ahogan en la sangre de las víctimas inocentes al más elemental de los derechos fundamentales del hombre, el derecho a la vida, practicando la más odiosa de las discriminaciones contra el ser humano en la fase pre-natal de su existencia.
 
En realidad, el Moloch moderno es mucho más implacable que el dios cananita: los sacrificios humanos de la antigüedad son insignificantes si se comparan con los 50 millones de niños que todos los años son sacrificados en el vientre de sus madres.
 
La paradoja no podría ser más flagrante:
 
Precisamente de la madre el hijo debería esperar amor sin límites, pero ella lo inmola, no ya en un altar en llamas, sino en una fría mesa de operaciones.
 
El médico, cuya misión es garantizar la vida, se transforma en el instrumento de su muerte.
 
El Estado, que debería castigar a los criminales que levantan la mano contra su vida, niega al nonato el derecho a vivir.

Este trágico símbolo de la decadencia moral de la sociedad denuncia también su profunda deshumanización e irracionalidad.

De su deshumanización, por considerar a la vida del hombre como algo trivial, etéreo, una vana brisa sin una finalidad específica ni destino trascendente. De su irracionalidad, por conducir a la matanza de una vida inocente.
 
El aborto contradice profundamente la naturaleza humana. Es un desorden fundamental que nos aleja del principio moral más básico, el que nos manda respetar la vida de nuestros semejantes.
 
Bien y mal, justicia e injusticia no son meras convenciones o caprichos. A ellos debemos adecuar nuestra conducta personal para el cumplimiento de nuestros deberes.
 
Ahora bien, el derecho y la justicia sólo encontrarán una sólida y efectiva justificación si afirmados en sus últimos y más absolutos fundamentos, es decir, si se comprende que los inalienables derechos del hombre le vienen de su condición de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, y, que, como criatura, tiene el deber de dar a los demás lo que les es debido.(2)
 
* * *
 
En esa perspectiva, anhelamos que la lectura de este artìculo contribuya a que todos cumplamos con el deber sagrado de proclamar, sin tapujos y con toda valentía, la verdad, toda la verdad.
 
Acomodarse, ceder al miedo, a la pereza o entrar en componendas a costa de omisiones y concesiones inaceptables para la conciencia católica, constituye una defección.
 
Parafraseando al célebre Hugo Wast, debemos estar dispuestos, por el contrario, a no paliar las verdades fuertes ni disimular la buena doctrina, disponiéndonos a afrontar gustosos las consecuencias de ello. 
 
Si así lográsemos evitar que se disipe la vida de un niño dentro del seno de su madre, asesinado por un "especialista" sin conciencia antes de nacer, "nos consideraríamos ricamente pagados sin que nos importase nada el odio sobreviviente al haber expuesto con palabras claras las leyes de Dios y las enseñanzas de la Iglesia".(3)
 
¡Qué la Santísima Virgen María, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra, conceda este privilegio a todos los que luchan en defensa de la vida inocente!
 

Notas:

1. *) Cf. Dr. Johann B. Weiss, "Historia Universal", Vol.3, Los Hebreos; los Fenicios; sus viajes y colonias, Barcelona; La Educación, 1937, pp. 904-905.

2. (*) Cfr. Josef Pieper, "Justice", Ed. Pantheon, New York, 1955, pp. 21-22.

3. (*) Cfr. Hugo Wast, "Autobiografía del hijito que no nació", Ed. Theoría, Buenos. Aires., 1994, p. 13.

 


FUENTE: Fundaciòn Argentina del Mañana 

 

(cortesía de http://apokalypsisdeluis.blogspot.com/)