miércoles, 25 de enero de 2012

Serie : Deconstruyendo la sociedad moderna (1)


Desde hace ya algún tiempo me preocupan, y más que preocuparme, me angustian los pasos agigantados con que el hombre moderno está corriendo afanosamente hacia la construcción de una sociedad edificada totalmente sobre la adoración de la libertad individual.

Es un espectáculo terrible el que presenciamos cada día a nuestro alrededor, espectáculo que los medios de comunicación se encargan de difundir por todos los rincones del orbe, para gozo de muchos y escándalo de algunos.


Y no son sólo las leyes verdaderamente perversas que cada semana son aprobadas en algún siniestro parlamento, pseudo leyes como el aborto, las uniones homosexuales, las adopciones de niños por parejas del mismo sexo, el divorcio que destruye las familias, la anticoncepción, la mal llamada "educación" sexual, cuyo único objetivo es poner al alcance de los miembros más jóvenes y manipulables de la sociedad todo el catálogo existente de desviaciones sexuales, etc. ¡no es sólo esto!

Lo que aterra y angustia por sobre todo es que esta perversa manera de construir la sociedad se ha ido poco a poco convirtiendo en la atmósfera habitual de millones y millones de seres humanos.

El error y la perversidad de vida han dejado de ser oscuro privilegio de algunas almas enfermas y ha venido a ser alimento envenenado de la mayoría de los hombres.

Hace tan sólo algunas décadas, las opiniones más contrarias a la moral y las aspiraciones más aberrantes había que ir a buscarlas en los escritos de algunos autores que habían perdido totalmente la luz y utilizaban sus talentos sólo para difundir la oscuridad que se había apoderado de sus inteligencias y de sus voluntades.

El grueso de la sociedad, las familias y las legislaciones de los países, se mantenían aún a grandes rasgos dentro del orden legado a nuestras naciones por la cristiandad occidental.

La atmósfera en términos generales era sana y robusta, y las almas, aunque en medio de las debilidades humanas, vivían en un entorno que aún permeaban los valores eternos que constituyen el verdadero camino hacia la plenitud humana.

Sin embargo, desde hace algunos años, sobre todo a partir de la década del 60, las cosas empezaron a dar un giro dramático. Los antiguos valores y principios que por siglos fueron la columna vertebral de la sociedad occidental comenzaron a ser cuestionados y su validez fue puesta en duda.

Acto seguido, los portadores de las "nuevas" ideas se hicieron con los cargos de poder y desde allí emprendieron una guerra implacable contra la herencia cristiana occidental, contra la visión cristiana del hombre.

Dio así inicio un proceso de destrucción sistemática en todos los ámbitos de todo aquello que hasta este momento había sido tenido por sagrado y verdadero: la santidad de la familia, los principios morales, el respeto por la vida, la adoración pública del Dios verdadero, etc.

De manera que así como en los primeros siglos del cristianismo, durante el arrianismo, un autor dijo que el universo un día se había despertado asombrado de ver que se había vuelto arriano; podemos hoy decir que un día el universo se despertó y se asombró al darse cuenta que se había vuelto post-cristiano.

La etiqueta de "post-cristiano" ha sido  acuñada por algunos autores para calificar a nuestro tiempo, el cual ha dejado de ser cristiano y vive una época de post cristianismo.

En realidad contamos con un calificativo más exacto para definir esta época nuestra, se trata de la "apostasía de las naciones". Un mundo que habiendo sido bendecido por siglos con el don de la fe, reniega de él, y corre tras los cantos de sirena de los profetas de la muerte.

Dijimos al inicio que el eje central sobre el que se ha construido la sociedad que nos rodea es la libertad individual. En una próxima oportunidad trataremos de aclarar un poco lo que es este nuevo ídolo con pies de barro.

Leonardo Rodríguez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelentes escritos ojala llegue a despertar a mas gente.